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lunes, 11 de abril de 2011

Chihuahua

 La relación evolutiva entre dos perros tan diferentes como el Chihuahua y el San Bernardo resulta tan difícil de imaginar como aceptar que el oso pardo pertenece también a la misma familia.

El curioso Chihuahua puede llegar a ser tan pequeño como el más diminuto miembro de su tronco familiar. He ahí al fenec (zorro africano) que pesa, como promedio, entre 1 y 1,5 kg y que ha tenido que ser clasificado por los científicos como un género separado, Fennecus zerda, debido a que sus rasgos no se ajustan a los del zorro común, según la clasificación de las especies. El fenec tiene unas orejas extraordinariamente largas y sus ojos de «bebé» son grandes y redondos. Los naturalistas consideran que sus increíblemente desproporcionadas orejas le proporcionan sombra durante los raros momentos en que el nocturnal fenec se expone a la luz del sol. Y lo que es aun más importante, el rocío producido por las frías corrientes costeras se almacena, al parecer, en la parte trasera de sus orejas, lo que explicaría su capacidad para sobrevivir indefinidamente lejos de cualquier fuente de agua.

Aunque pudiera no existir conexión evolutiva alguna entre los dos diminutos habitantes del desierto, lo cierto es que existen sorprendentes similitudes entre el Chihuahua y el zorro fenec. Con sus enormes ojos y orejas, el minúsculo Chihuahua resulta tan simpático como el fenec que, lamentablemente, está ahora en la lista de las especies en peligro de extinción. Y como el origen del Chihuahua permanece en el misterio, puede resultar divertido fabular en torno a su fascinante semejanza.

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